la Navidad que esconde las carencias del barrio 27 de Febrero – El Nuevo Diario (República Dominicana)


EL NUEVO DIARIO, SANTO DOMINGO. – Cada diciembre, el barrio 27 de Febrero se transforma en uno de los sectores más vistosos del Distrito Nacional gracias a la decoración navideña instalada por sus propios residentes. Bombillitos de colores, guirnaldas y estructuras artesanales iluminan calles y viviendas, proyectando una imagen de organización comunitaria y celebración colectiva. Sin embargo, detrás de ese ambiente festivo persisten profundas carencias estructurales que afectan desde hace años la calidad de vida de sus habitantes.

Barrio 27 de Febrero. Foto: Francys Rondón, El Nuevo Diario

Problemas como el acceso irregular al agua potable, el colapso del alcantarillado sanitario, la deficiente recogida de basura, los apagones frecuentes, la inseguridad ciudadana y la preocupación generada por la muerte de una joven residente del sector, ocurrida el 30 de junio de 2025 y atribuida a una bacteria asociada a la contaminación del agua, continúan sin una solución definitiva.

Comunitarios que residen en el barrio desde hace más de una década coincidieron en que la Navidad, aunque embellece el entorno, no logra ocultar las deficiencias en los servicios básicos, las cuales impactan directamente la salud, la economía y la seguridad de las familias.

Una lucha comunitaria que no se detiene

El presidente de la Junta de Vecinos del barrio 27 de Febrero, Elin Cuevas, explicó que la organización comunitaria ha sido clave para mantener la convivencia, pero advirtió que las principales necesidades del sector siguen sin recibir respuestas por parte de las autoridades.

“La comunidad se ve más bonita en Navidad, pero la realidad es que tenemos muchas carencias. Hemos luchado durante años para que se resuelvan problemas básicos y no hemos tenido soluciones reales”, afirmó.

Barrio 27 de Febrero. Foto: Francys Rondón, El Nuevo Diario

Cuevas señaló que el acceso al agua potable y el funcionamiento del alcantarillado sanitario continúan siendo las demandas más urgentes.

“Aquí el agua llega dos veces a la semana y de manera muy deficiente. Hay personas que apenas pueden llenar uno o dos tanques, y otras tienen que comprar agua para poder pasar la semana”, explicó.

Condiciones sanitarias que preocupan

El dirigente comunitario alertó que la situación del alcantarillado ha generado condiciones insalubres, con aguas residuales acumuladas en distintos puntos del barrio, lo que representa un riesgo permanente para la salud pública.

“Tenemos alcantarillas colapsadas, aguas fecales en patios de viviendas y calles que se inundan cuando llueve. Eso no es vida para nadie”, denunció.

Indicó que estas condiciones han sido notificadas en múltiples ocasiones a las instituciones correspondientes, sin que hasta el momento se hayan producido soluciones concretas.

El costo de la escasez

Para muchas familias, la falta de agua potable implica un gasto constante que afecta el presupuesto del hogar. María Vázquez, ama de casa y madre de cinco hijos, explicó que el servicio llega de manera irregular y, en ocasiones, en malas condiciones.

“Cuando llega, muchas veces viene con mal olor. Hemos pasado semanas sin agua y tenemos que comprarla, porque en una casa con niños no se puede vivir sin agua”, manifestó.

Vázquez indicó que llenar un tanque puede costar hasta 1,800 pesos, lo que representa un sacrificio económico significativo.

“Uno tiene que escoger entre comprar agua o cubrir otras necesidades. Es una situación muy difícil”, agregó.

Electricidad inestable e inseguridad

A la crisis del agua se suman las interrupciones frecuentes del servicio eléctrico, incluso en zonas donde los residentes utilizan sistemas de recarga. Tairis Martínez, comerciante y miembro de la Junta de Vecinos, aseguró que estas fallas afectan tanto a los hogares como a los pequeños negocios.

“Si pagamos recarga, no deberíamos tener apagones. Muchas veces se va la luz justo cuando llega el agua y no podemos aprovecharla”, explicó.

Martínez también señaló que la inseguridad ciudadana ha obligado a comerciantes y residentes a modificar su rutina diaria.

“He tenido que cerrar temprano y colocar cámaras, porque uno siente temor. Las autoridades pasan unos días y luego se olvidan del barrio”, denunció.

La Navidad como refugio emocional

A pesar de las dificultades, los residentes mantienen la tradición de decorar el barrio cada diciembre como una forma de fortalecer la convivencia y sobrellevar las carencias.

“Somos un barrio unido. Nos organizamos para embellecer nuestro entorno y olvidar un poco las necesidades que tenemos todo el año”, expresó Martínez.

Por su parte, Verónica Guerrero, residente del sector desde hace 25 años, destacó que la decoración ha convertido al barrio en un punto de referencia durante la temporada navideña.

“La gente pasa, se toma fotos y dice que esto está bonito, pero no conoce las dificultades que vivimos aquí diariamente”, indicó.

Guerrero agregó que la escasez obliga a racionar estrictamente el agua.

“El agua solo llega dos días a la semana. Hay que administrarla para que alcance”, señaló.

Reclamos sin respuestas

Los comunitarios aseguraron que han enviado múltiples comunicaciones a distintas instituciones del Estado, sin recibir respuestas ni soluciones definitivas.

“Siempre nos dicen que está en proyecto. Llevamos más de cinco años escuchando lo mismo”, afirmó Cuevas.

Mientras tanto, las luces navideñas continúan iluminando el barrio 27 de Febrero, reflejando la capacidad de organización y resiliencia de una comunidad que brilla en diciembre, pero que sigue esperando respuestas y soluciones reales durante el resto del año.


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