La imputación que ha recibido el exasesor de Seguridad Nacional de Donald Trump John Bolton se suma a las presentadas contra el exjefe del FBI James Comey y la fiscal general de Nueva York, Letitia James. Tres en menos de un mes, con las que el presidente estadounidense estrecha el cerco contra sus críticos.
Bolton asesoró a Trump durante su primer mandato (2017-2021), pero el líder republicano lo despidió en 2019 de manera fulminante alegando fuertes diferencias «con muchas de sus sugerencias».
Desacuerdos en temas clave de la política exterior del país, como Venezuela, Irán, Corea del Norte y Afganistán, acabaron entonces con quien fuera un «halcón» con fama de intervencionista, que ha vuelto a la primera línea de la actualidad con su acusación por «manejo indebido de información clasificada».
Según el Departamento de Justicia, durante su tiempo como asesor -de abril de 2018 a septiembre de 2019- utilizaba supuestamente su correo para redactar resúmenes diarios de sus actividades en la Casa Blanca a modo de diario personal, que supuestamente compartía después con su esposa e hija.
Bolton considera que se ha convertido «en el último objetivo del Departamento de Justicia para acusar a quienes considera sus enemigos con cargos que ya fueron rechazados». Cuando su email fue hackeado en 2021, el FBI fue informado y en los cuatro años de la anterior Administración demócrata nunca se presentaron cargos.
La fiscal general, Pam Bondi, ha afirmado sin embargo que «nadie está por encima de la ley», y el propio Trump, informado sobre la imputación, se limitó a decir este jueves que su exasesor «es un mal tipo» y que «así son las cosas».
El 20 de septiembre el líder republicano había publicado por error en su red social, Truth Social, un mensaje privado dirigido a Bondi donde la instaba a imputar a sus enemigos políticos y le transmitía su molestia porque no veía acciones legales concretas contra ellos.
Trump le pedía explicaciones por Comey, James y el senador demócrata de California Adam Schiff: «Son todos culpables como el demonio. (…) No podemos demorarnos más. Está matando nuestra reputación y credibilidad», decía ese mensaje en el que, con su habitual uso de las mayúsculas y las exclamaciones, subrayaba que «¡HAY QUE HACER JUSTICIA, YA!».
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La imputación a Comey llegó el 25 de septiembre. En concreto, se le acusa de mentir al Congreso durante su comparecencia en septiembre de 2020 cuando negó ser el responsable de la filtración de información a la prensa sobre la investigación sobre vínculos de Trump con Moscú.
James, a su vez, fue imputada el 9 de octubre por fraude bancario tras ser investigada por supuestas irregularidades en la firma de una hipoteca: en la solicitud habría declarado que tenía la intención de hacer de una casa unifamiliar en Virginia su residencia principal, pese a que su cargo como fiscal exige que resida en Nueva York.
En 2022 ella había presentado en el tribunal estatal una demanda civil contra Trump, sus hijos y su empresa bajo la acusación de inflar fraudulentamente el valor de sus propiedades en sus estados financieros para obtener mejores tasas de bancos y aseguradoras. Un juez de Nueva York declaró a Trump responsable de fraude, aunque este ha apelado.
Schiff está investigado a su vez por presunto fraude hipotecario en relación con una propiedad en Maryland. Cuando el senador estaba en la Cámara de Representantes, fue decisivo en el primer proceso de ‘impeachment’ (juicio político) lanzado contra el mandatario, y que este superó.
El diario The New York Times pone a otros críticos en el punto de mira, como el exdirector de la CIA John O.Brennan o la fiscal del condado de Fulton, Fani Willis, quien fue quien acusó al republicano de liderar una trama mafiosa para revertir los resultados electorales en el estado de Georgia, en un caso que se ha quedado estancado.
Para el Centro Brennan para la Justicia, no es la primera vez que Trump interfiere con la independencia del Departamento de Justicia, porque su Administración ha despedido a agentes del FBI y fiscales por trabajar en casos que él desaprobaba, «pero sí es la más flagrante».
Trump lo tiene claro: «Simplemente quiero que la gente actúe, y que lo haga rápido. Si no son culpables, bien. Si lo son, o si deberían ser imputados, deberían serlo y lo tenemos que hacer», resumió en septiembre en referencia a su mensaje a la fiscal general.