El 11 de septiembre de 2001 (11S) fue un antes y un después para el mundo. Casi 3,000 personas murieron en los atentados terroristas de Al Qaeda, cuando cuatro aviones fueron estrellados contra las Torres Gemelas, el Pentágono y un campo en Pensilvania.
Detrás de las cifras quedaron miles de vidas rotas: niños que quedaron huérfanos, padres que perdieron a sus hijos, y sobrevivientes que, aunque escaparon del fuego y los escombros, más tarde fallecieron por enfermedades respiratorias y cánceres derivados de aquel polvo mortal.
“Desde el 11S han fallecido muchas más personas por los efectos sobre su salud que las que murieron ese mismo día”, recordó este martes Elizabeth Hillman, directora del Museo Memorial del 11S.
Vidas interrumpidas

Las víctimas tenían rostros, sueños y proyectos. Entre ellas estaban Ryan D. Fitzgerald, un comerciante de divisas de 26 años que vivía en Manhattan, trabajaba en una firma financiera y estudiaba una maestría en negocios mientras planificaba su futuro junto a su novia.
También Barbara A. Keating, una ejecutiva jubilada de 72 años que dedicó su vida a los servicios sociales, fue directora ejecutiva de Big Brothers Big Sisters en Boston y, ya retirada, se mantenía activa en su iglesia católica en Palm Springs.
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Ambos, como tantos otros, quedaron atrapados en aquel día que cambió la historia.
El recuerdo de los sobrevivientes

El testimonio de quienes vivieron el ataque sigue siendo desgarrador. Bouchat, una sobreviviente, recuerda que el cielo despejado y azul se volvió marrón tras el impacto del primer avión en la Torre Norte a las 8:46 a.m.
“Conseguí subir a uno de los últimos ascensores que bajaban a la planta baja con tres compañeros. Puedo decirles que eran las 9-03 porque a esa hora el vuelo 175 de United entró en nuestro edificio”, relató con la voz entrecortada.
Su gerente, Jim, quien los había animado a evacuar, no logró salir de la Torre Sur.
“Aún hoy, vengo aquí y se me vienen a la mente las caras de los nombres que leo en el memorial”, confesó Bouchat, quien asiste cada año a la ceremonia con un chaleco lleno de broches que le regalan turistas.
Una conmemoración sin política

Este jueves, en la ceremonia de recuerdo, estarán presentes el vicepresidente estadounidense, JD Vance, y la segunda dama, Usha Vance. Pero, según Hillman, lo central no serán las figuras políticas, sino las víctimas y sus historias.
“Es importante que esto no sea un ejercicio político, sino uno de conmemoración y homenaje a las personas que perdieron la vida”, insistió.
La conmemoración llega además en medio de la polémica por los planes del presidente Donald Trump de transferir el museo y el memorial a manos del Gobierno federal, un tema que Hillman evitó abordar.
Con información de EFE y AP.
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