La señora Antonia Báez. (Ilustración: Pedro Ramírez)
EL NUEVO DIARIO, SANTO DOMINGO. -Con el propósito de contribuir con la crianza de sus doce hijos y lo necesario del hogar, Antonia Báez decidió emprender con la venta de café y té cuando tenía 37 años de edad.
Exactamente 40 años después, y en el mismo lugar, en la acera del colegio Pilar Constanzo, en el sector Villa Duarte, Santo Domingo Este, la entusiasta señora continúa con este oficio, el cual le ha servido de soporte para criar doce muchachos y hoy costea sus medicamentos y mantiene su casa.
Pese a que siempre le gustó “buscar el peso” para la casa, tuvo que emplearse más a fondo a partir del 1995, fecha en que murió su esposo cuando sus hijos más lo necesitaban.
En conversación con reporteros de El Nuevo Diario, Báez recordó que en ese momento tuvo que emplearse a fondo para seguir manteniendo el hogar, ya que muchos de sus vástagos todavía no trabajaban.

“Los llevé todos a la escuela, los mantenía de un todo a los que no trabajaban, toditos comían del mismo caldero”, expresó doña Antonia, quien a sus 77 años y padeciendo de diabetes y de la circulación (enfermedad vascular) tiene que seguir madrugando como el primer día.
Desde antes de las seis de la mañana, de lunes a viernes, la acera izquierda de la calle Olegario Vargas, en sentido este-oeste, se convierte en el local de doña Antonia, quien para cumplir con esta tarea debe levantarse a las cuatro de la mañana.
Consultada sobre si recibe ayuda de sus hijos, manifestó que no se puede quejar, pero que estos no pueden darle lo que necesita porque no ganan lo suficiente.
Puntualizó que debido a las precariedades, solo una de sus descendientes logró hacerse profesional (abogada).
Seguirá en esa tarea hasta que tenga fuerza
Tras ser cuestionada sobre hasta cuándo pretende seguir en ese oficio, Antonia dijo que estaría allí hasta que tenga fuerza.
“Hasta que yo pueda, porque imagínate, no tengo ningún dentro, esto es lo que me ayuda”, manifestó en tono cabizbajo Antonia, quien vive con un hijo y una nieta.
Desea una pensión solidaria
Pese a que se gana el pan con la venta que realiza cada día, Báez anhela poder recibir una pensión solidaria de las que otorga el Gobierno.
“Yo sí lo agradecería, porque es muy bueno uno tener algo seguro y no esperar que otro mastique para uno tragar, esta vida no está fácil”, dijo la mujer.
Recordó que hace tres o cuatro años hizo la solicitud formal de la pensión, pero que nunca ha sido tomada en cuenta.
Su enfermedad
Doña Antonia narró que, a raíz de la muerte de su madre, en el 2015, vivió un cuadro de depresión que terminó provocándole diabetes.
A esta situación luego se le agregó otro problema, la enfermedad vascular que hoy le ataca de manera despiadada.
Ante este cuadro, mostró su preocupación ya que algunos de los medicamentos indicados para afrontar dichos padecimientos no se venden a precios populares.
“Cada vez que yo voy a la cosa de la diabetes que me indican esas recetas, no es fácil, y esas medicinas que me indican allá no las venden en la botica popular. La de la circulación valen más de mil pesos la caja y trae 30 pastillas”, manifestó.
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